Reportes de la Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) remarcan que la primera infancia es un período corto, crítico y muy dinámico que serán determinantes para el desarrollo cognitivo, del lenguaje y de las destrezas sociales y emocionales de las personas, lo que nos distingue de otras especies. Los primeros 1000 días de vida, que incluyen desde la concepción y hasta los 3 primeros años, son un período ventana donde nuestro cerebro alcanza su mayor desarrollo, duplicando su tamaño y aumentando considerablemente el número de conexiones neuronales.
Durante este período los recién nacidos deben alimentarse, primeramente, con leche materna o si esto no es posible con una fórmula que la sustituya, lo que permite el desarrollo de la triada succión-deglución-respiración, fomenta el desarrollo maxilo-facial tanto a nivel óseo como muscular y el fortalecimiento lingual.
El código de ética de la OMS para la comercialización de sucedáneos de leche materna establece que “la leche materna es el mejor alimento para los bebés” y que, en caso de reemplazo o complemento a ésta, una fórmula infantil es la segunda mejor alternativa. La misma organización, recomienda que la leche materna debe extenderse de forma exclusiva los primeros 6 meses de vida y posterior a este período, de forma complementaria a los alimentos sólidos, hasta los 2 años o más.
En ciertas situaciones específicas, donde la lactancia materna no puede ser posible (imposibilidad de amamantar, enfermedades metabólicas, tratamientos como la quimioterapia, portadora de VIH, entre otras), es necesario hacer uso de una opción alimentaria que satisfaga o complete las necesidades nutricionales del niño/a. En este caso la primera opción, son las fórmulas artificiales basadas en leche de vaca modificada y cuya composición procura ser semejante a la leche materna. Según la última modificación (julio 2019) del Reglamento Sanitario de los Alimentos (RSA DS 977/96), se establece en su artículo 493 que “las fórmulas para lactantes son aquellos productos que satisfacen los requerimientos nutricionales de los lactantes, cuando la alimentación con leche materna no es posible o es insuficiente”, entendiéndose como lactante a “los niños que tengan hasta 12 meses de edad”.
Bajo esta premisa, las fórmulas comercializadas actualmente en nuestro país cumplen con la reglamentación vigente en cuanto a las características y composición nutricional recomendada por los organismos internacionales y el RSA. De esta forma, se asegura la suficiencia nutricional para el lactante en cuanto a energía, macronutrientes, micronutrientes y elementos traza, cuando se carece de leche materna. Entre las fórmulas disponibles, éstas no sólo varían en su costo monetario, sino que lo hacen en aspectos como aporte de nutrientes que presentan propiedades nutricionales favorables para la salud, así como ciertas modificaciones a los nutrientes esenciales que pueden, por ejemplo, facilitar la digestión y/o absorción de estos, entre otros beneficios.

En este sentido, es necesario diferenciar entre las fórmulas de inicio, continuación y seguimiento y otras fórmulas especiales, las cuales deben ser recomendadas y administradas bajo supervisión de un profesional de la nutrición y/o pediatra ya que contienen ciertos macronutrientes de forma parcial o totalmente hidrolizados. El objetivo de estas modificaciones puede ser diverso, sin embargo, se destacan el tratamiento de alergias de origen alimentario, alteraciones metabólicas, presencia de diversas patologías de origen digestivo, entre otros.
En cuanto a las fórmulas de inicio (< 6 meses), continuación (6 a 12 meses) y seguimiento (> 12 meses) y el aporte de otros nutrientes, podríamos destacar las fórmulas que además del aporte mínimo de ácidos grasos esenciales (ácido linoleico y ácido alfa-linolénico) incorporan otros ácidos, por ejemplo: el ácido docosahexaenoico (DHA) -que si bien es formado naturalmente por nuestro organismo a partir de los ácidos anteriormente mencionados- el mercado incorpora una mayor proporción de éstos, con la finalidad de promover sus efectos beneficiosos. La evidencia científica disponible al respecto de este nutriente, respaldaría su aporte basado en su funcionalidad ya que dentro de sus funciones principales se ha demostrado que desempeña un papel importante en el desarrollo del cerebro y de la retina durante el desarrollo fetal y los dos primeros años de vida, así como prevenir el fallo de crecimiento, incluyendo la desnutrición, obesidad o enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida. Otros nutrientes que incorporan las fórmulas infantiles disponibles en nuestro mercado incluyen nutrientes como los prebióticos, probióticos y nucleótidos.
Respecto a los prebióticos, los mismos son ingredientes que se caracterizan por ser fermentables mas no digeribles. Éstos pueden ser poli u oligosacáridos. Su principal función es servir de “alimento” para la microbiota intestinal del niño y promover el crecimiento selectivo de especies bacterianas que son beneficiosas para su salud, especialmente las bifidobacterias. En el caso de los probióticos, éstos son microorganismos vivos que son administrados con la finalidad de contribuir a un mejor balance microbiano intestinal y con ello alcanzar beneficios para la salud. Dependiendo la cepa de probiótico consumido, ésta podrá tener influencia a nivel nutricional, metabólico y de defensa pudiendo inhibir el crecimiento de bacterias patógenas, disminuir la severidad y duración de diarreas, favorecer el tránsito intestinal, disminuir la severidad de ciertas alergias, entre otras funcionalidades. Por último y respecto a los nucleótidos, su funcionalidad se ha atribuido a un incremento de la respuesta inmunológica, mejorar el perfil lipídico y favorecer la maduración de la mucosa intestinal, lo que indirectamente potenciaría el mecanismo de absorción de nutrientes. Se recomienda que su aporte sea similar al encontrado en la leche materna, considerando que dichos niveles son seguros para la salud.
Por último y en cuanto al uso de las leches de mamíferos que no son fórmulas especializadas para la población infantil, es importante recalcar que la composición de éstas puede carecer de suficiencia nutricional tanto en el aporte de energía, macronutrientes, aminoácidos o ácidos grasos esenciales, carencia o exceso de aporte de micronutrientes y elementos traza. Estas leches son suficientes para las respectivas crías de su especie, sin embargo, en cuanto a las necesidades nutricionales humanas, generalmente son carentes o pueden contener factores con alto poder de alergenicidad. A su vez, podrían generar efectos adversos a la salud, por su propia composición y la inmadurez natural del tracto gastrointestinal de los lactantes. Es por esa razón que, si bien las fórmulas infantiles contienen leche de vaca, ésta ha sido modificada y adecuada a las necesidades de los lactantes y por tal motivo, sí son seguras para su uso en esta población.